
Decididos a esmerarse en la formación de Guardianes para la ciudad, Sócrates y Adimanto deciden establecer detalladamente qué educación deben recibir, a fin de que no haya en ella nada perjudicial. Para hacerlo, toman como modelo la educación común en su época.
La educación griega se agrupaba en dos grandes disciplinas: la música –que comprendía la educación de la mente– y la gimnástica –educación del cuerpo–. Como es habitual también hoy en día, las primeras enseñanzas que se daban a los niños eran en forma de cuentos o fábulas, y Sócrates pretende hacer especial inciso en su contenido porque opina que las primeras impresiones son las que mayor poso dejan.
A diferencia, sin embargo, de nuestros cuentos, los que escuchaban los niños griegos estaban protagonizados por los dioses, a menudo tomados de los poetas clásicos y formando el conjunto de historias que hoy catalogamos como mitología. Sócrates, que ya se ha mostrado antes disconforme con el contenido de estas historias, declara que hay que quitar de ellas todo relato de conflictos entre unos dioses y otros, de manera que los futuros guardianes vean en la guerra algo antinatural y se esfuercen en preservar la paz.
¿Cómo deben mostrarse entonces los dioses en las historias? La premisa es que la divinidad tiene que aparecer como algo eminentemente bueno y por tanto toda intervención suya debe ser en beneficio de los hombres. Incluso cuando castiguen a alguien por sus acciones, debe ser presentado su castigo como algo justo y que redunde en beneficio de la sociedad.
A continuación pasa a discutir con Glaucón, que es músico, las particularidades técnicas —instrumentos, escalas y ritmos— que mejor se ajustan a este programa. Concluyen su discusión sobre la música apelando a que en todas las disciplinas artísticas persigan esos mismos ideales de belleza y armonía.
La gimnástica es tratada con menor detalle, porque Sócrates da por sentado que la armonía del cuerpo es fruto de la del alma. Sí que señala el ejemplo de los atletas como canon de ejercicio y dieta, y pasa luego a discutir la medicina y el abuso que se hace de ella como consecuencia del mal uso del cuerpo. Por último, cabe destacar la concepción armónica que tiene el autor de ambas disciplinas: música y gimnástica forman un todo en la educación de la persona y la carencia en cualquiera de ellas afea a todo el individuo.